El Profe  

La transformación urbana ha aumentado de manera significativa desde principios del siglo XX, cuando solo un 10% de la gente residía en zonas urbanas, hasta alcanzar un 54% en la actualidad. Se proyecta que para el año 2050, este número subirá al 66%. Este fenómeno de crecimiento en las áreas urbanas se denomina urbanización.

Los entornos urbanos están íntimamente ligados al concepto de ciudad. Estos lugares se distinguen por sus rascacielos, carreteras, centros comerciales y zonas de ocio. Sin embargo, las ciudades difieren considerablemente en tamaño, características y particularidades en diversas partes del globo. Para catalogar un espacio como urbano, las naciones suelen aplicar distintos criterios. Uno de estos criterios es el estadístico, que mide la densidad de habitantes o la cantidad de personas en una región específica. Otro criterio es el morfológico, que evalúa la disposición física del territorio y la infraestructura esencial, como la electricidad y el abastecimiento de agua. Además, existe el criterio económico, que se enfoca en las actividades predominantes, siendo las de comercio y servicios las más comunes en las urbes.

En las últimas décadas, se ha evidenciado que la urbanización continuará su progreso impulsada por aspectos como el crecimiento natural de las ciudades, donde el número de nacimientos supera al de fallecimientos, y la migración de personas del área rural hacia la urbe en búsqueda de condiciones de vida más favorables, así como acceso a educación y servicios sanitarios. Este fenómeno ha sido más destacado en áreas en desarrollo como América Latina, Asia y África, propiciando una expansión de las urbes hacia zonas rurales.

El sistema urbano actual es intrincado y está afectado por la revolución tecnológica y la globalización económica. Las ciudades establecen conexiones entre sí, beneficiándose mutuamente, lo que crea una red de interacciones tanto económicas como políticas. Ciertas ciudades dependen de otras, sobre todo las capitales, que poseen un mayor impacto, mientras que las más grandes tienden a ejercer un control considerable sobre su entorno. De este modo, los sistemas urbanos pueden clasificarse en niveles nacional, regional o global, y están influenciados por el desarrollo y la historia de cada nación.

Las ciudades pueden ser categorizadas de acuerdo a su tamaño y jerarquía. Las ciudades pequeñas y medianas, que tienen menos de un millón de habitantes, dependen de las ciudades regionales y ofrecen servicios a las áreas rurales. Las ciudades regionales tienen una población considerable y una economía variada, siendo su crecimiento impulsado por la migración desde el campo hacia la ciudad desde la década de 1960. Un ejemplo de esto es Brasilia, la capital de Brasil, diseñada para promover el desarrollo en el interior del país.

Finalmente, se encuentran las megaciudades, que cuentan con más de diez millones de habitantes. Muchas de ellas se hallan en países desarrollados, aunque también están surgiendo en naciones en desarrollo a causa del crecimiento poblacional y económico. Estas megaciudades normalmente albergan industrias clave que demandan una gran cantidad de mano de obra y atraen a numerosas personas de otras regiones. Según la ONU, en 1990 había 10 megaciudades y en 2015, 28, distribuidas globalmente en Asia, América Latina, África, Europa y América del Norte.