Trabajo Práctico N°2
Quinto Año
TEMA: "Los bienes comunes de la Tierra".
"LOS BOSQUES NATIVOS "
Leer el siguiente texto y luego resuelve los puntos que estan debajo:
Los suelos y bosques como bienes comunes.
Los primeros bienes comunes en ser valorados, apropiados y convertidos en recursos en la Argentina fueron el suelo, los bosques y las selvas. En el caso de los suelos, se los ha explotado en diversas actividades productivas, como la agricultura y la ganadería. En el caso de los bosques y las selvas, su uso se orientó a la extracción de maderas y la obtención de otros productos forestales, que fueron considerados valiosos en distintos momentos de la historia.
La distribución de los suelos.
El recurso suelo ha sido considerado la base fundamental para el desarrollo económico de la Argentina. Tal es así que, a fines del siglo XIX y principios del XX, la Argentina era llamada el “granero del mundo”. En aquel momento, el país se insertó en el sistema capitalista mundial como productor agropecuario y principal proveedor de carnes y granos. Los suelos más fértiles se encuentran, principalmente, en la planicie chaco-pampeana, que se extiende sobre la provincia de Buenos Aires, el centro y sur de Córdoba, y el centro y sur de Santa Fe. Estos suelos se originaron sobre el loess pampeano, un material sedimentario compuesto por minerales y nutrientes, que los torna más productivos. Son suelos profundos y oscuros, con horizontes bien estructurados, llamados molisoles. Además, este tipo de suelos también se encuentran en parte de Santiago del Estero, Tucumán, Chaco y Formosa. Allí también se observan alfisoles, es decir, suelos con presencia de arcilla y, por lo tanto, con baja capacidad para drenar las aguas. Las zonas áridas y semiáridas del país, que coinciden con las provincias patagónicas y andinas, se caracterizan por poseer suelos de menor fertilidad, más jóvenes y con poca profundidad. En el oeste montañoso dominan los entisoles, que son suelos de formación reciente y poco desarrollados. Además, en la Patagonia, predominan los aridisoles, suelos con muy bajo contenido en materia orgánica, de texturas gruesas y susceptibles a la erosión. En el noreste del país, se encuentran los suelos típicos de áreas cálidas y húmedas, con diverso grado de desarrollo y capacidad para la práctica agrícola. Además de los molisoles, se pueden identificar los vertisoles, suelos poco evolucionados y con alguna acumulación de materia orgánica. En la provincia de Misiones, el norte de Corrientes, también están presentes los “suelos rojos”, llamados ultisoles, que son de formación antigua y alto contenido de hierro (de allí su coloración).
La distribución de los ecosistemas boscosos.
Los bosques y las selvas originales de la Argentina se desarrollaron bajo diversas condiciones climáticas y de suelo. Actualmente, pueden encontrarse remanentes, con distinto grado de alteración en función de la intensidad del uso a la que fueron sometidos a lo largo del tiempo. Se pueden reconocer cinco grandes regiones forestales en el país . Selva misionera: ubicada en el extremo noreste del país, en la provincia de Misiones, se caracteriza por un clima subtropical, con lluvias abundantes (entre 1.600 y 2.000 mm anuales), que permiten el crecimiento de árboles de gran altura. Tiene varios estratos de vegetación bien diferenciados: dos arbóreos, uno de arbustos, uno de hierbas y el más bajo, compuesto por especies rastreras que cubren el suelo. . Selva tucumano-boliviana o yungas ubicada también en la franja de clima subtropical húmedo, con lluvias abundantes que superan los 1.500 mm anuales, principalmente duran te el verano. Las yungas se desarrollan sobre los faldeos de las sierras Subandinas, en el norte del país, adentrándose además en territorio boliviano. Debido a las diferencias de clima por la altura, se generan varios pisos de vegetación. + Parque chaqueño: se trata de una extensa región con amplias variaciones climáticas. Las precipitaciones disminuyen fuertemente. de 1.300 mm en el este a 500 mm en el oeste. Esto determina fuertes diferencias en la vegetación. Los bosques caducifolios xerófilos de gran altura, donde predomina el quebracho colorado, se alternan con pajonales, praderas y palmares. . Espinal: es una zona de gran variedad climática, caracterizada por la presencia de un bosque caducifolio de baja altura (menos de 10 metros de altura), donde se alternan pal mares, sabanas y estepas. En la región, se en cuentra una gran variedad de especies, en las que predominan el algarrobo y el caldén. . Monte: es una amplia región desarrollada sobre zonas áridas y semiáridas, donde se observan importantes diferencias en las temperaturas al norte y al sur del río Colorado. La cobertura forestal es baja, y predominan los arbustales de jarilla y los bosques de algarrobos. Bosque andino patagónico: es un bosque de clima templado-frío y húmedo, con lluvias concentradas en invierno. Esta región se desarrolla desde el sur de Mendoza hasta Tierra del Fuego, sobre los faldeos andinos. Se caracteriza por la presencia de bosques de coníferas, por lo general, con un estrato arbóreo y uno herbáceo, donde predominan el ñire, el coihue, la lenga y la araucaria.
El monocultivo de la soja.
El proceso de agriculturización y el avance de la frontera agrícola en la Argentina desde fines del siglo xx se basaron especialmente en el cultivo de soja. Desde mediados de la dé cada de 1970 y hasta la actualidad, se observa un incremento constante de la superficie de dicada al cultivo de esta oleaginosa. Algunos cálculos señalan que la superficie implanta da con soja creció unas 275.000 hectáreas por año desde 1970 y que este crecimiento es aún mayor en las áreas extrapampeanas. Este crecimiento se explica, principalmente, por dos cambios en los sistemas de cultivo. El primero de ellos se dio en 1975, a partir de la introducción de nuevas variedades de soja traídas desde Europa. El sistema tradicional de labranza en el área pampeana se modificó, y la rotación entre agricultura y ganadería fue reemplazada por el cultivo doble anual de trigo-soja. Además, disminuyó la producción de otros cereales, como el maíz y el sorgo, y se redujo la capacidad de recuperación del suelo entre cosechas. El segundo cambio se produjo en 1996, con la aparición de la soja transgénica, conocida como soja RR. Se trata de una semilla modificada genéticamente para resistir la aplicación del glifosato, un herbicida de amplio espectro creado para eliminar plantas no deseadas, como hierbas de hojas anchas, arbustos leñosos, y pastos anuales y perennes, sin afectar el crecimiento del cultivo. Junto a la soja se introdujeron otros cultivos modificados, pero solo la oleaginosa creció vertiginosamente, lo cual amplió la cantidad de superficie implantada en el país e impulsó el avance sobre áreas de características áridas y semiáridas. Además, por los precios favorables en el mercado internacional, la producción comenzó a orientarse fundamentalmente a la exportación. De esa manera, en las provincias pampeanas, el monocultivo re emplazó al sistema de rotación y desplazó a la ganadería, mientras que, en el área extra pampeana, sustituyó bosques nativos o cultivos tradicionales, como el algodón, en Chaco, o la caña de azúcar, en Tucumán. La adopción de este modelo también ha tenido serias consecuencias sociales. Por un lado, el cultivo de soja está en manos de grandes empresas, llamadas pools de siembra, que concentran la propiedad de la tierra. Por el otro, este tipo de cultivo demanda escasa mano de obra (un trabajador rural cada 500 hectáreas sembradas), lo cual genera un proceso de expulsión de trabajadores y migración hacia centros urbanos pequeños e intermedios. Este fenómeno se observa especialmente en áreas de reciente incorporación al uso agrícola, como el departamento de Anta, al este de Salta. Allí se concentra el 65% de la superficie con soja de la provincia y, a la vez, en las ciudades cercanas a los campos, se registró un alto crecimiento de la población, principalmente por la llegada de los trabajadores rurales desplazados por la deforestación y el avance de la soja.
El modelo de producción y sus consecuencias ambientales.
Los modelos agrícolas basados en el monocultivo tienen como consecuencia la degradación de los bienes naturales, ya que el principal objetivo de la producción es la obtención de ganancias económicas en el corto plazo. Actualmente, en la Argentina, la soja ocupa más de la mitad del total de la superficie cultivada. Sin duda, es un cultivo que genera ganancias extraordinarias para los productores privados, así como divisas para el país. Sin embargo, las consecuencias ambientales del modelo ya comienzan a ser visibles.
La degradación de los suelos.
La planta de soja tiene la particularidad de requerir altas proporciones de nutrientes, como nitrógeno y fósforo. Ambos elementos se encuentran presentes de forma natural en los suelos -en cantidades variables según su composición- y condicionan el crecimiento de las plantas. El nitrógeno contribuye a la fertilidad de los suelos, mientras que el fósforo es parte de procesos esenciales, como la fotosíntesis. Se estima que, durante 2003, en nuestro país, la soja consumió poco más de 1.400.000 toneladas de nitrógeno y 321.600 toneladas de fósforo. El monocultivo de una semilla con tales demandas de nutrientes conduce a un progresivo debilitamiento del suelo. Como resultado, se deben emplear fertilizantes artificiales para mantener los rendimientos, lo cual aumenta los costos de producción. La práctica del monocultivo también tiende a erosionar los suelos. La implantación de soja en áreas deforestadas o con suelos semiáridos, puede iniciar o profundizar los procesos erosivos. Algunas investigaciones señalan que, para 2003, las pérdidas de suelo por la erosión ligada al cultivo de soja fueron de unas 19 a 30 toneladas por hectárea sembrada. Otros problemas asociados al cultivo de soja son el lavado y la compactación de los suelos. El lavado consiste en la eliminación de los nutrientes por lixiviación, como resultado del exceso en el agua de riego. La compactación está asociada con la labrariza prolongada y el paso constante de maquinarias, lo cual provoca una reducción de los poros que posibilitan la circulación del agua y el aire al interior del suelo. Esta compactación reduce la capacidad de los suelos para retener O drenar el agua, lo cual genera encharcamientos en superficie, primer paso para la erosión de origen hídrico. Estos fenómenos son típicos del área tradicional de cultivo, en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.
El uso de herbicidas y sus efectos perjudiciales.
Como vimos, la adopción del paquete tecnológico que posibilitó la expansión de la soja transgénica, requiere la aplicación de un herbicida específico: el glifosato. Los herbicidas son productos químicos diseñados para eliminar hierbas que pueden dañar los cultivos. El uso constante de estos productos introduce sustancias contaminantes en el ambiente, que afectan la composición del suelo, quedan como residuo en las plantas o son transportados por los cursos de agua, extendiendo la contaminación hacia otras áreas. Además, en muchos casos, afectan la salud de los trabajadores rurales, En la siembra directa de soja, se aplica glifosato sobre los rastrojos del cultivo anterior; por, Sin embargo, también suele aplicarse el herbicida luego de la siembra y durante el crecimiento de la planta, a fin de eliminar probables malezas. En estos casos, se realiza la fumigación por métodos diversos, entre los que se destaca el uso de aviones o maquinarias especiales que descargan el herbicida sobre los campos sembrados. En la actualidad, existen sobre las consecuencias del glifosato. Por un lado, numerosas investigaciones demuestran que los efectos tóxicos del herbicida son En la Argentina se utilizan anualmente 300 millones de litros de agroquímicos, que afectan a 12 millones de habitantes. Diferentes organizaciones piden prohibir las fumigaciones aéreas y limitar las fumigaciones terrestres. eso, se lo denomina “herbicida emergente”. generados no solo por su componente principal, sino también por los compuestos adicionales que lo vuelven más soluble para facilitar su dispersión durante la fumigación. Por el otro, las empresas que elaboran este herbicida, sostienen que el producto es inocuo. Sin embargo, estudios recientes presentan una serie de evidencias que se podrían asociar al uso prolongado del glifosato en los campos. En los animales, se han comprobado malformaciones y afecciones en el sistema respiratorio. Al mismo tiempo, las hembras de una especie son más susceptibles a los efectos tóxicos que los machos. A su vez, se observa la pérdida de biodiversidad de plantas y malezas resistentes al herbicida. Entre la población humana, se pueden mencionar la aparición frecuente de irritación en la piel y las mucosas de trabajadores expuestos al producto, así como problemas gastrointestinales y destrucción de glóbulos rojos. Mucho más grave es el incremento en las malformaciones genéticas en los hijos de personas que aplican el agroquímico o están expuestas a él.
La explotación del bosque nativo.
La apropiación del bosque, ya sea privada o pública, se realiza con el fin de extraer maderas destinadas a diferentes usos. Estos usos dependerán de las características de las especies arbóreas, las preferencias de consumo en el mercado mundial y las técnicas disponibles para la transformación de la madera. En la Argentina, las diferentes regiones forestales, en estrecha relación con las grandes áreas climáticas, han presentado especies muy requeridas en distintos momentos históricos. Los bosques de quebracho colorado del Chaco, en la franja subtropical, fueron intensamente explotados a fines del siglo xix para la obtención del tanino, sustancia utilizada para el curtido de pieles. Además, por su resistencia, la madera del quebracho fue empleada en la fabricación de durmientes, durante el momento de mayor expansión de la red ferroviaria nacional, En la selva tucumana -o yungas- se han explotado el cedro y el nogal para la fabricación de muebles. Por su parte, en la selva misionera, los cambios en la demanda de madera y la paulatina disminución de los árboles disponibles, se tradujeron en el incremento del número de especies explotadas: de las cuatro iniciales se pasó a veinte en la actualidad. En la franja árida y semiárida, los bosques xerófilos de algarrobo del monte y el espinal fueron utilizados de forma intensiva a partir de principios del siglo xx. Su explotación tenía como objetivos la obtención de leña y durmientes para el ferrocarril, principalmente, Por su parte, los bosques patagónicos fueron la fuente de materia prima para la construcción de viviendas, galpones y otras estructuras. En todos los casos, el modelo de utilización privilegió la obtención de ganancias en el corto plazo, sin considerar los tiempos de regeneración y recuperación de los ecosistemas. La técnica de extracción más utilizada fue la tala selectiva, esto es, la elección de los ejemplares de mayor porte, en detrimento de los más pequeños, enfermos o malformados. Este tipo de extracción tiende a empobrecer el bosque, tanto en cantidad como en calidad. También, se utilizó otra práctica extractiva: la tala rasa. Esta práctica implica entrar en el bosque y derribar indiscriminadamente todos los ejemplares . Según datos de 2008, en la actualidad, el parque chaqueño es la región forestal que mayores aportes hace a la producción de madera de bosques naturales, con un 88% del total. La obtención de leña es el uso más extendido de la madera, excepto en la selva misionera, las yungas y el bosque andino-patagónico, donde predominan los rollizos, es decir, la madera en forma de poste, una vez extraído el tronco del árbol. En el caso de la leña, una buena parte de la producción nacional se destina a la obtención de carbón.
